Hay que decir antes de nada que la climatología nos ha castigado duramente desde el verano de 2011 hasta finales del verano de 2012. Prácticamente no ha llovido en nuestra tierra. Diremos que, algo más de 100 litros por metro cuadrado es lo que nos ha caído en todos estos 14 meses. Quien piense que, aunque la vid es rústica y asilvestrada, son motivos suficientes como para llevar de buen grado un calvario similar de falta de fluidos y no caer varias veces por el camino, se equivoca. La vid es dura como el pedernal, y quizá aún más y en este caso, nuestra reina varietal la Bobal que parece aguantarlo todo, pero muy posiblemente los resultados del volumen de cosecha una vez en la bodega sean argumentos suficientes para saber de verdad el daño causado por la falta de lluvias. En la serie de que va desde principios de la década de los 80, ha habido dos: las de 95 y 96 que han sido de cifras casi al 50% de la cifra habitual de volumen anual de cosecha. Parece, sólo y de momento a 30 de agosto, que ésta puede ser una fiel seguidora de aquellas que lo fueron así por una sequía tremenda que en aquel ecuador de los 90 se cebó en nuestra semimeseta inclinada, de raíz castellana y deseos de locura valenciana. A ello cabe añadirle el tan cacareado “calentamiento global” que lucha en popularidad con la “prima de riesgo” y que a buen seguro terminarán ganando un ex aequo porque ninguno de los dos se baja del burro de la fama, más bien parecen seguir hasta el mismísimo purgatorio con tal de no dejar de aparecer en los medios. Con todos estos condimentos la uva del Vendimiario de 2012 está hecha unos zorros. Adelantada de maduración. La tiene alcohólica pero no fenólica. Un baile de San Vito entre sus componentes más simples, que deja huecos y márgenes (palabras hoy super usadas por los políticos a pesar los los pocos que a ellos les quedan) demasiado alejados entre sí. Una acidez de Octubre en Agosto, Un Ph de Final de Septiembre en Verano. Colores de primavera y, glucónico como hubiera deseado a final de cada vendimia cualquier Enólogo del suelo patrio. Vaya démodé y vintage en un fruto que debiera estar a la moda en estas fechas y se encuentra con ropajes de primavera a la entrada del Otoño y colores de prêt à porter al arranque de la estación Otoñal. Un pequeño mundo al revés que adoba el mundo real en el que nos movemos y del que la propia uva debe haber tomado sus “vicios inconfesables”. Por si fuera poco, nada más saber en el foro público que algunos grados estaban por encima de los 12 como línea roja a tener en cuenta, se ha producido un movimiento centrífugo entre las partículas de nuestra materia gris que ha creado un escudo de fuerza gravitacional que ha impedido el paso de las ideas, los razonamientos, los argumentos y el diálogo, pasando a convertirse en la velocidad a ninguna parte, bueno a ninguna parte no es verdad, la parte a la que se dirigía el viaje de nuestros congéneres era al verde viñedo, armados con tijeras, oncetes, subidos en sus tractores y máquinas vendimiadoras cual elefantes pomposos que dejan todo limpio a su paso. Si la vendimia en una meseta inclinada hacia el mar, con altitudes entre los 650 m. hasta los 905 m., se escalona siempre entre 10 y 15 días desde la parte más madura hasta la más tardía, en éste 2012 podemos asistir a la cuadratura del círculo. Que terminen la vendimia antes, en las partes más elevadas. He sido exagerado en esta última afirmación, no me arrepiento, el mes de octubre que éste año ya no olerá a mosto dulce y a picor de sulfuroso en nuestros pueblos, habrá dejado a septiembre maltrecho de fiestas a medias y procesiones con aromas a grosella o moras y ciruelas arrinconando al secular espliego que deberá buscarse un mes más apropiado para estar de moda de nuevo y que no sé si volverá. Que Baco se retire del medio de la viña que pueden arrollarlo en la espantada.