Estos días de Abril ha acontecido un hecho en la Ciudad de Utiel al que posiblemente no se le de mucha importancia, pero la tiene, vaya si la tiene.
Lucio Garijo Moya, hijo de Utiel, ha firmado una: Historia de la DO Utiel-Requena. Y la ha formado con todo el orgullo del mundo como Viticultor.
La historia de la DO Utiel-Requena que ha escrito Lucio Garijo Moya es realmente interesante y muy ajustada, y lo dice alguien que durante los últimos 30 años antes de jubilarse del puesto de trabajo, lo hizo precisamente en ella, en la DO Utiel-Requena, al cargo de la secretaría de la misma.
Es realmente interesante que dicha historia esté escrita y quede así para las generaciones venideras.
La historia de la DO, es una historia de luchas permanentes contra lo establecido, los intereses del mundo comercial y de su propia supervivencia.
Comenzó la misma, por elegir un punto de arranque, en el Estatuto del vino de 1932 cuando se citaban que se considerarían DDOOs los vinos típicos ya reconocidos entre los que se encontraba Utiel, precisamente.
Llegado este punto habría que preguntarse si de las iniciales GB hubo el “típico” empujón que a veces en la historia se le da a las cosas para que lleguen a meta. Lo cierto y verdad es que entre las DDOOs creadas en el artículo 34 de dicho estatuto se encontraba Utiel.
Y el territorio que a Utiel hacia referencia era un territorio que no había sufrido la debacle que la filoxera en su momento había traído a otras zonas de vinos de España, aspecto por lo cual la evolución de superar la situación crítica no hubo de acometerse entre nosotros. Tanto es así ,que de hecho en aquellos años en que Francia se quedó sin vinos que vender y mandar a media Europa, cosa que venía haciendo desde Enrique VIII de Inglaterra y que le había dado fama y fortuna, hubo de salvar esa situación importando vinos de cualquier lugar. Y uno de esos lugares resultó la zona de Utiel de cuyas bodegas alentados y comercializados por comerciantes suizos y alemanes establecidos entre nosotros se estuvieron mandando vino al sur del mediterráneo francés en Sete, años y años.
Y ese desahogo y facilidad para vender nuestras cosechas engendró entre nosotros una especie de complacencia, por la cual los avances en materia vitivinícola hubieron de esperar al menos 70 años cuando a alguien (lo mismo del servicios de extensión Agraria) se le ocurrió que quizá el Tempranillo seria un magnífico interlocutor para compatibilizar con el tradicional y rancio bobal de entonces, enmarcado en un Doble Pasta, del que no se salió hasta mediados de los 80 y porque en La Mancha decidieron que había que introducir una variedad tinta en aquél océano de Blancas que les rodeaba y que cada años eran pasto de las destilaciones, anuales que el estado ofrecía para eliminar excedentes que eran casi todos. Y con esa sencilla acción el Doble Pasta de Utiel, que había tintado la mayor parte de los vinos de España y los de media Europa, dejo de formar parte del reparto de tipos de vino que aparecían en cada película que se rodaba vendimia tras vendimia.
En los años 50 de la noche a la mañana a la DO Utiel existente, le agregan Requena por el arte del birlibirloque. Apareces con un añadido en le BOE y es el momento de empezar a dar pataletas a diestro y siniestro. La diferencia era que en aquellos años 50 el regimen político era una dictadura y lo de protestar y recurrir eran palabras desconocidas e inexistentes.
Cuenta Lucio Garijo Moya con pelos y señales los movimientos de la Coop. agrícola de Utiel y las fuerzas vivas de Utiel en contra de aquella decisión, pero de la manifestación por escrito no paso la cosa.
Pocos años después no solo éramos Utiel-Requena, nos convertimos en Valencia y Cheste, añadidos en una sola. Una trinidad de uno solo. Aquí el BOE hubieron de moverlo voluntades comerciales.
Los vientos de la reforma política y la transformación de España de una dictadura en una democracia, trajeron cambios en aquellos desatinos y con las primeras elecciones democráticas en la DDOOs Utiel-Requena, vuelve a recuperar su nombre, su territorio y sus fueros. Pero con una estrechez pasmosa. Vinos tintos y Dobles pasta y rosado. Ni blancos, ni prácticamente embotelladoras, y el Tempranillo descrito antes que no sólo resulto un mal interlocutor con el bobal, es que además se convirtió en el Patito Feo de Utiel-Requena, nadie lo quería, por bajas cosechas, por podas mas complicadas, por “pelajeras”, por exceso de cenicilla (oidium), por lo que fuera despreciado hasta límites insospechados.
No bien hubo pasado un lustro, cuando los vinos eran casi democráticos y se habían completado muchas uniones o fusiones entre las firmas Suizas y alemanas independientes y quedaron 4 o 6 grandes que se dieron en llamar Grupo de exportadores de vinos de Valencia, empezaron los recados, las reunion es y las sugerencias de que lo que podíamos ver en la Feria de Burdeos, ahora que salíamos fuera del país, podríamos trasplantarlo aquí. Un gran Burdeos. Una Gran Valencia.
Resonaban en algunos oídos, pocos, la fracasada Valencia, Cheste Utiel-Requena, y si a ese perro se le cambiaba el collar quizá pareciese otro, pero no, era el mismo perro.
Quiso la fortuna que en ese momento estuviese en la DO de Presidente un hombre entero, de nobleza cierta y nervios de acero, Claudio Ortiz Fernández, primer presidente democrático de la DO cuyos oídos puede que estuviesen hechos a escuchar música, y aquella de la Gran Valencia, le sonaba mal, muy mal.
Hubo de soportar a tirios y troyanos. Para más inri su pensamiento político era cercano a la administración autonómica agrícola y ésta se sentaba en los alrededores de la pista de baile donde bailaban la danza del vientre fuerzas comerciales que la música de la Gran Valencia les hacía contorsionarse de placer.
Como decir que no a unos y a otros driblarlos como un Messi cuando éste aún no había nacido.
Pues eso es lo que estuvo haciendo todo el tiempo en tanto la DO iba dando pasos firmes hacia delante.