Una tarde subimos al cerro del mundo de nuestra comarca: La sierra del Negrete. Junto a las antenas de televisión, de radio, de telefonía. Esperamos que las chicharras dejasen de cantar. Que no saltasen. Miramos hacia el oeste, hacia Camporrobles, hacia Cuenca y allí justamente por su peso quizá, el Astro Rey, bajaba raudo y ligero hacia la linea del escenario. A su lado los molinos eran los actores de reparto que llenaban la escena.
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Una de las mayores riquezas de nuestra tierra es el ambiente. El ambiente natural que nos rodea que está formado por el oxígeno del aire, las plantas, los suelos, el azul del cielo, las personas, los animales, y las agrupaciones de viviendas de las poblaciones de nuestro entorno.
Esto así, desordenado, arrojado sobre el papel o sobre una mesa, puede no despertar mayor interés, pero… está situado todo estratégicamente de forma natural, y se mueve, o mejor se deslizan todos ellos, incluso otras veces permanecen estáticos ocupando espacios, barriendo senderos, hendiendo con con su navegación los barrancos, ascendiendo a las montañas, solazándose en la llanura, y… mucho más.
Nos gustaría plasmarlo aquí pixel, sobre piexel.
Que santa Lucía les conserve la vista. No querrán dejar de mirar.
Un domingo alegre de Enero, pues hemos tenido un “inviernito” de los de mediado el pasado viejo XX,
nos hemos ido a mirar una puesta de sol de las que nos gustan, y hemos elegido un filtro natural para que la fuerte luminosidad no nos dañase la retina. Los árboles de la derecha parecen barruntar la Primavera, se estiran, desperezan y separan como si el próximo calor ya lo sintiesen en sus leñosos, esqueléticos y magros tallos.
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