El día 29 de julio el calor, el espeso calor, el “mercúrico” calor se cortaba. Al transitar por la calle hendías tu rostro en una espesa niebla invisible que parecía sacada de una olla hirviente. Para que fluyese un poco la espesura calorífica, el viento era “poniente” o “castellano” que igual me da en lenguaje corriente, la primera denominación se la damos en Utiel-Requena y la segunda en Valencia cuando desean los viandantes llegar al fresco chorro de una ducha. No se los fluidos que se gastan en la metrópoli, pero sumados a los que destilan los cuerpos, son unos cuantos hectómetros cúbicos, no sé si para solicitar trasvase, pero son un porrón. He tenido ocasión en Requena de ver por mis propios ojos dos cosas. El magnífico edificio que constituirá el ITVE, a saber: el Instituto Tecnológico de Viticultura y Enología, situado en la trasera de la Estación de Viticultura y Enología de Requena, y la excelente remodelación que de esta se ha llevado al mismo tiempo. Redondeando unos 7 millones de euros. La Enológica de Requena, cumple 100 años el 2010. No habría podido diseñar nadie adrede, mejor futuro para un ente de referencia que lo ha sido en España durante muchos años. En materia de investigación, analítica y un largo etc. en el mundo del vino, pero que además en el polo opuesto, cuando se produjeron por los 80 las transferencias del estado a las CCAA en materia agrícola, estuvo en trance de desaparecer, por considerarse quizá un lastre o una inversión llamemos “no estratégica”. Lo cierto y verdad es que Luis Font de Mora, Conseller del ramo, fue receptivo al sector y sus demandas y arbitró que se le diese un lavado de cara y un buen empujón. Todo apunta a que adobada por las gestiones de García Berlanga se construyó la Estación de Viticultura en Requena en los años reseñados de principios del XX. Vuelvo a apuntar yo, a que tras el Plan Millorar realizado por el Conseller de Agricultura Juan Cotino, se engendró, diseñó y se puso en marcha la construcción del ITVE actual, que a fe mía será a nivel de instalación y potencial un referente en España. Puede que no haya un centro igual, y conozco un poco la piel de toro en sus ribetes vitivinícolas. Un orgullo para Requena y un puntal para Utiel-Requena y sus vinos, como no podría darse otro. La segunda cosa que he visto ha ocurrido en la reunión que dos directores generales de la Consellería de Agricultura han citado al sector en dicha instalación para proponer, para hacer un envite al sector allí presente. La Administración con buen criterio a mi entender ha dicho al sector que quiere configurar 3 grupos de trabajo del propio sector de la Comunidad Valenciana, por supuesto. Uno de Viticultura, otro de Enología y un tercero que se ha denominado Centro de Tendencias, una especie de “laboratorio permanente” de ideas, seguimiento de mercado, marqueting, desarrollos etc. Suena bello y justo, pero hay que hacerlo funcionar, para formalizar dos, tres o siete proyectos de interés, importancia y peso para ir dotando de contenido al ITVE. La sorpresa ha venido cuando se ha retado a que los asistentes con total libertad hablasen de ideas, anhelos, por qué no, y diesen su opinión. Personalmente he sentido frustración, no por lo que he oído, sino precisamente por lo que no he oído, por la falta de ambición, de hambre de hacer y necesitar, de querer comerse el mundo y de faltar incluso el tiempo para no dejar de participar. La penúltima semana de Julio he tenido que viajar a través de Francia. Observando su paisaje, sus gentes, su clima y todo el ecosistema, he podido hacerme una ligera idea de las capacidades que se pueden dar en ese país para poner en marcha un proyecto. Hoy día 29 de Julio, he visto nuestro ecosistema, he mirado a nuestro alrededor, he observado la ambición imperante y he pensado que el ITVE, no es responsabilidad de nadie más que nuestra, de que sea un centro de primera, sirva al interés del sector del vino de la CV de maravilla, y vergüenza debiera de darnos si eso no conseguimos que sea así. Se tendrán que acabar el decir ciertas coletillas como excusa victimista, a la que tan acostumbrados estamos. Y que por supuesto no nos han servido de nada, ni antes ni ahora. ¿O aún no no hemos dado cuenta?